miércoles, 7 de enero de 2009

Igualdad.


Seis mil setecientos cincuenta y dos millones ciento veinte y seis mil seiscientos noventa y siete son la totalidad de personas que aproximadamente habitan nuestro vapuleado planeta tierra.
Una cantidad impresionante que el propio Malthus vaticinó en sus ensayos sobre principios de la población mundial, donde aventuro sobre las consecuencias de la tan controversial y renombrada superpoblación.
Convengamos que el crecimiento demográfico es verdadero (duplicándose incluso desde los 50´s a los 90´s), que se debe sin duda a un aumento sin precedentes de la esperanza promedio de vida, fruto de mejores políticas y condiciones sanitarias y alimenticias.
Malthus proponía que el incremento masivo de la población se traduciría en la imposibilidad de la subsistencia humana al verse agotado de recursos necesarios.
A partir de estas posturas, los gigantes líderes mundiales se esmeraron en refortalecer y maquillar el control demográfico, buscando diversas formas de asustar a las masas con la idea de la inmensa natalidad.
La esterilización en India, el control forzado de nacimientos de solo un hijo por núcleo familiar en China, la creación de la Federación Internacional de Planificación de la familia que apoya la anticoncepción y el aborto ayudados por el Consejo de Población de las Naciones Unidas y financiados por el Banco Mundial y el gobierno de los Estados Unidos y vemos también como el señor Rockefeller auspicia la eugenesia para preservar las clases dirigentes.
¿Por qué se controla la población solo en los países pobres?, ¿es este el modo de acabar la pobreza?
El control demográfico en estas medidas solo se puede denominar con un solo nombre: genocidio.

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